The Right Time • El Momento Adecuado

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by Doris Garcia Rivera

The “right time” of our struggle for we can’t breathe anymore.

Peacemaking has never been easy but there are times, “the right times,” when it is just daunting. Over these past three days the heaviness in my heart and soul has grown as the U.S. agonizes in the midst of racial violence, a pandemic death toll surpassing 100,000 and the painful unemployment rates. It seems that we are entangled in a fight that even if won, it will leave us torn; shredded unto unrecognizable pieces.. The last words of George Floyd  #icantbreathe became prophetic for a nation that can’t breathe anymore. 

There is no excuse for the murder of George Floyd and each one of the four police officers involved in his death must face justice. The rage and pain is so deep because the recurring assaults on Black people and people of color (POC) continuously unveil again and again that Black lives are not valued in these United States. Floyd’s murder enrages us all for the cruelty and the abuse of power shown. But this murder points – once again – to the deep-seated systemic racism in our society, to the ingrained prejudice in our hearts and to the unconcerned minds justifying hurting other human beings just because of the color of their skin. Baptist Peace Fellowship of North America – Bautistas por la paz (BPFNA-BPLP) denounces this murder and sides with peaceful demonstrations, expecting and demanding justice to be done. 

It will be difficult to assess the damage done by this long legacy of injustices to the soul of this nation. White Supremacy harms everyone, including white people. The added trauma by this event will be felt for years to come. Patching up the pieces will not (and should not) happen quickly. Like a tornado, Floyd’s murder is pulling cities into chaos as protesters exert their right challenging the system that kills and its forces of order. Theirs is the anger and sorrow now exploding into every city in the U.S. Their voices represent genuine and legitimate frustrations over judicial and economic systems that have failed to provide true protection, true peace and justice for all.

It seems we are fighting like Jacob against a “mysterious man,” capable of killing us, unknown yet known, as we recognize our own face in this enemy. This fight with ourselves, has become a demonic force we have named – racism. A demonic force still able to escape our efforts to annihilate it, as it turns viciously against us. 

These past three days I cried with anger and pain. I prayed for justice for George Floyd recognizing that all of us have a part to play for we are all connected by invisible threads of life that make us one; and it is as one that we will prevail to transform this sinful system. These days I reflected on my roots as an Afro-descendant white Puerto Rican woman, as a citizen of the U.S., as a subject to its colonial power but also as a Christian. All of these counts, but mainly because of my faith, I commit myself to dismantle racial oppression however I can. 

While these successive “pangs of birth,” can madden us, as peacemakers, it is essential to remember that grace and forgiveness heal our hearts, that our fight is not against flesh and blood, but against the systems of evil (Eph. 6:12) that justice will be done for we seek it (Mt. 6:33). Our actions will define the future we want to build. If you are at the protests, remember to be protected, to be wise, to model peace with justice, to organize cunningly as well as prudently, to break the silence but respect the other. There will be those willing to do harm, I pray they understand the pain they cause and refrain from violence. I know that friends, pastors and spiritual caregivers all over the nation are engaging everybody in their reach to minister peace, self-control, compassion and to become conduits to dialogue about racism. I pray they be strong, with clear minds and caring hearts. 

This difficult time is a “right time” to grapple with Jesus’ words about loving our enemies. It is a “right time” to seek peace with justice for the color of our skin is not a condemnation but a gift of the divine image. Under this yoke of darkness, this is the “right time” to ask the Spirit to break us free and help us breathe. 

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El "momento adecuado" de nuestra lucha porque ya no podemos respirar.

Establecer la paz nunca ha sido fácil, pero hay momentos, "los tiempos correctos", cuando es desalentador. En los últimos tres días, la congoja en mi corazón y alma ha crecido a medida que Estados Unidos agoniza en medio de la violencia racial, un número de víctimas mortales de la pandemia que supera 100,000 y las dolorosas tasas de desempleo. Parece que estamos enredados en una pelea que, incluso si se gana, nos dejará desgarrados; desmenuzados en piezas irreconocibles. Las últimas palabras de George Floyd #icantbreathe se volvieron proféticas para una nación que ya no puede respirar.

No hay excusa para el asesinato de George Floyd y cada uno de los cuatro policías involucrados en su muerte debe enfrentar la justicia. La rabia y el dolor son tan profundos porque los ataques recurrentes a las personas negras y de color (POC) revelan continuamente una y otra vez que las vidas negras no se valoran en estos Estados Unidos. El asesinato de Floyd nos enfurece a todos y todas por la crueldad y el abuso de poder que demuestra. Pero este asesinato apunta, una vez más, al racismo sistémico profundamente arraigado en nuestra sociedad, al prejuicio arraigado en nuestros corazones y a las mentes despreocupadas que justifican lastimar a otros seres humanos solo por el color de su piel. Baptist Peace Fellowship of North America - Bautistas por la Paz (BPFNA-BPLP) denuncia este asesinato y se une a las manifestaciones pacíficas, esperando y exigiendo que se haga justicia.

Será difícil evaluar el daño causado por este largo legado de injusticias al alma de esta nación. La supremacía blanca perjudica a todas y todos, incluidos los blancos. El trauma adicional de este evento se sentirá en los años venideros. Reparar las piezas no sucederá (y no debería) suceder rápidamente ... Como un tornado, el asesinato de Floyd está llevando a las ciudades al caos mientras las y los manifestantes ejercen su derecho desafiando el sistema que mata y a sus fuerzas del orden. La suya es la ira y la tristeza que ahora estallan en cada ciudad de los EE. UU. Sus voces representan frustraciones genuinas y legítimas sobre los sistemas judiciales y económicos que no han podido proporcionar una verdadera protección, verdadera paz y justicia para todas y todos.

Parece que estamos luchando como Jacob contra un "hombre misterioso", capaz de matarnos, desconocido pero conocido, ya que reconocemos nuestro propio rostro en este enemigo. Esta pelea con nosotras y nosotros mismos se ha convertido en una fuerza demoníaca que hemos denominado: racismo. Una fuerza demoníaca que aún logra escapar de nuestros esfuerzos por aniquilarla, ya que se vuelve ferozmente contra nosotros.

Estos últimos tres días lloré de ira y dolor. Recé por justicia para George Floyd, reconociendo que todo tenemos un papel que desempeñar porque todas y todos estamos conectados por hilos invisibles de la vida que nos hacen uno; y es como uno que prevaleceremos para transformar este sistema pecaminoso. En estos días reflexioné sobre mis raíces como una mujer puertorriqueña blanca afrodescendiente, como ciudadana de los Estados Unidos, como sujeto de su poder colonial pero también como cristiana. Todo esto cuenta pero, principalmente debido a mi fe, yo me comprometo a desmantelar la opresión racial tanto como pueda.

Si bien estos sucesivos "dolores de parto" pueden enloquecernos, para los pacificadores y pacificadoras es esencial recordar que la gracia y el perdón sanan nuestros corazones, que nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra los sistemas del mal (Efesios 6: 12), que se hará justicia para quienes la buscamos (Mateo 6:33). Nuestras acciones definirán el futuro que queremos construir. Si participas en las protestas, recuerda protegerte, actuar con sensatez, modelar la paz con justicia, organizarte con astucia y prudencia, romper el silencio pero respetar al otro. Habrá quienes estén dispuestos a hacer daño, oro para que entiendan el dolor que causan y se abstengan de la violencia. Sé que amigos, amigas, pastores, pastoras y cuidadores espirituales de todo el país están involucrando a todas y todos a su alcance para ministrar la paz, el autocontrol, la compasión, y para convertirse en canales de diálogo sobre el racismo. Oro para que sean fuertes, con mentes claras y corazones bondadosos.

 

Este momento difícil es un "momento adecuado" para lidiar con las palabras de Jesús sobre amar a nuestros enemigos. Es un "momento adecuado" para buscar la paz con justicia porque el color de nuestra piel no es una condena sino un regalo de la imagen divina. Bajo este yugo de oscuridad, este es el "momento adecuado" para pedirle al Espíritu que nos libere y nos ayude a respirar.

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