Crónicas de supervivencia • Chronicles of Survival
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by Leticia Bonifaz Alonso, Graduate and Doctor in Law from UNAM
Confinement is experienced differently in different regions of Mexico. The daily map has been changing color gradually, marking reds, yellows and greens.[1] I am going to do the chronicle from Chiapas, where the north of the State is already in yellow because of the border with Tabasco, and the largest number of cases are in the state capital.
In Comitán, it is still calm. Economic activity fell at the end of March, it had its greatest drop during Easter and today an economic recovery can be seen, which depends more on economic need than on the slowdown of the pandemic. If there are inequalities in all of Mexico, in Chiapas, as you know, they are deeper. Comitán was struck by the closure of the borders decreed by Guatemala, because much of the local trade depends on the neighboring country. Furthermore, there is a very small-scale economy on which the lives of many families in rural areas depend.
In Comitán you do not have to ask for fresh products to be delivered to your home. From time immemorial, "the basket makers" have come to your house offering you products (fruits, vegetables, flowers, seeds, legumes, sweet herbs), which they themselves cut or collect, hours before, in their orchards and cornfields.
The tour of the streets of Comitán begins around eight in the morning and ends at three or four in the afternoon, depending on the time when the basket is emptied or the products left are unfit to sell. The basket makers are, in general, older people. Some cannot read or write, but are satisfied with knowing how to do the math. They did not go to school, but, as they themselves have told me, from childhood they learned the secrets of the earth.
In times of the pandemic, the basket makers have had some difficulties because the departure times of public transport are further spaced and the number of passengers has been restricted in order to guarantee, as far as possible, a healthy distance. Some communities initially took very strict measures regarding people going in and out, but being unable to make it economically, they have to be lax about mobility bans.
Despite the proximity - a dozen kilometers - between the rural and urban world, as in all of Mexico, they are very distant. The basket makers do not know beyond Comitán, nor beyond the community where they live. Until today, they are not afraid of a disease that they have not seen and remain incredulous regarding the dire consequences. Despite the warnings, they will continue to make their daily tour, on foot if necessary. The disease is remote, despite the fact that some cases have already been registered here in surrounding municipalities.
These days, when basket makers leave their homes, they hear the sound of cicadas and other insects crying out for rain. These women, tanned by the sun and with the exposed footprint of the years, know very well the cycles of the earth that are reflected in the contents of their baskets. Very soon it will be other fruits and other vegetables that feed them and us.
The basket makers, despite their age, are, in many cases, the breadwinners for their families. The only thing in our hands is to continue opening the door with sanitary precautions so that they can cover their daily needs. It is our obligation, however, to warn them of the real and latent danger.
On the outskirts of Comitán are where the large market chains are located - that supply wholesale and that surely will not see their profits diminished. In contrast, on the individual scale of the basket, survival is uncertain.
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por Leticia Bonifaz Alonso, Licenciada y Doctora en Derecho por la UNAM
El encierro se vive distinto en las distintas regiones de México. El mapa que se presenta a diario ha ido cambiando de color paulatinamente, marcando rojos, amarillos y verdes.[1] Voy a hacer la crónica desde Chiapas, donde el norte del Estado ya está en color amarillo por la colindancia con Tabasco, y el mayor número de casos está en la capital del Estado.
En Comitán, el panorama está aún tranquilo. La actividad económica descendió a finales de marzo, tuvo su punto de mayor freno durante la semana santa y hoy en día se puede ver una reactivación económica, que depende más de la necesidad económica que del semáforo de la pandemia. Si en todo México hay desigualdades, en Chiapas, cómo se sabe, éstas son más profundas. A Comitán le pegó el cierre de las fronteras que decretó Guatemala, porque mucho del comercio local depende del país vecino. Asimismo, hay una economía de pequeñísima escala de la que depende la vida de muchas familias en el medio rural.
En Comitán no tienes que pedir que te lleven productos frescos a domicilio. Desde tiempos inmemoriales pasan a tu casa "las canasteras" ofreciéndote productos (frutas, verduras, flores, semillas, leguminosas, hierbas de olor), que ellas mismas cortan o recolectan, horas antes, en sus huertos y milpas.
El recorrido por las calles de Comitán inicia alrededor de las ocho de la mañana y termina a las tres o cuatro de la tarde, dependiendo del tiempo en que se logre vaciar el canasto o que se quede con unos cuantos productos que son rematados a mitad de un precio de por sí ya bajo. Las canasteras son, en general, personas mayores. Algunas no saben leer ni escribir, pero se conforman con saber hacer las cuentas. No fueron a la escuela, pero, como ellas mismas me han dicho, desde niñas aprendieron los secretos de la tierra. (Sus hijas y nietas tienen ya, por fortuna, otras condiciones).
En tiempos de pandemia, las canasteras han tenido algunas dificultades porque se han espaciado los tiempos de salida del transporte público y se ha restringido el número de pasajeros para poder garantizar, en lo que cabe, la sana distancia. Algunas comunidades tomaron, al inicio, medidas muy estrictas respecto de la gente que sale y entra, pero al no poder ahogarse económicamente, tienen que ser laxas en las prohibiciones de movilidad.
A pesar de la cercanía -una decena de kilómetros- entre el mundo rural y urbano, como en todo México, son muy distantes. Las canasteras no conocen más allá de Comitán, ni más allá de la comunidad donde viven. Hasta hoy, no le temen a una enfermedad que no han visto y siguen incrédulas respecto de las funestas consecuencias. Pese a las advertencias, continuarán haciendo su recorrido diario, a pie si es necesario. La enfermedad se ve remota, a pesar de que ya se registraron algunos casos aquí en municipios circunvecinos.
En estos días, cuando las canasteras salen de sus casas, escuchan el sonido de las chicharras y otros insectos que claman por la lluvia. Estas mujeres, curtidas por el sol y con la huella expuesta de los años, conocen muy bien y, desde siempre, los ciclos de la tierra que se ven reflejados en el contenido de sus canastos. Muy pronto serán otras frutas y otras verduras las que les den de comer a ellas y a nosotros.
Las canasteras, a pesar de su edad, son, en muchos casos, el sostén de sus familias. Lo único que está en nuestras manos es seguirles abriendo la puerta con precauciones sanitarias para que puedan cubrir sus necesidades cotidianas. Es nuestra obligación, sin embargo, advertirles del peligro real y latente.
En las afueras de Comitán están ubicadas las grandes cadenas que surten al mayoreo y que seguramente no verán mermadas sus ganancias en lo que a productos básicos se refiere. En contraste, en la escala individual del canasto, va de por medio la sobrevivencia.
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Information from https://www.eluniversal.com.mx/
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Información de https://www.eluniversal.com.mx/
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[1] The Assistant Secretary of Health of Mexico, Hugo López-Gatell, presented on April 16, 2020 a map of Mexico in red, yellow and green, showing the municipalities without infections (green), with infections (red) and with neighbor-municipalties infected (yellow).
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[1] El subsecretario de Salud de México, Hugo López-Gatell, presentó el 16 de abril de 2020 un mapa de México en color rojo, amarillo y verde, que muestra los municipios sin contagios (verde), con contagios (rojo) y con vecinos de contagio (amarillo).
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