Not Forgotten • No Olvidados
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by LeDayne McLeese Polaski
I've been struggling to figure out a way to write about this experience; looking for a thread that connects it all together. Perhaps "no olvidados" (not forgotten) is that thread.
Wednesday night, Ray Schellinger (one of the missionaries who runs Deborah's House, the domestic violence shelter in which we're staying) talked with the group about the theological foundations of their ministry in Tijuana. He shared the story of the Good Samaritan. He spoke of how the man who stopped to help felt "his bowels busting out" -- the literal definition of the Greek verb (which is also used to describe Judas' death.) It refers to a depth of compassion that is painful. Jesus tells that man who is seeking the secret to eternal life -- "Go and do likewise."
As Ray spoke, I looked out at the lights of the city of Tijuana. It is lovely at night, with little lights running across the many hillsides. In the daytime, it is far more obvious that most of the 3 million people who dwell here live in poverty. I thought of what Ray was saying and struggled to figure out the faithful response to not one man on the side of the Jericho road, but millions of men, women, and children who have (often quite literally) been left to die. For what else is it to deliberately create an economic system that makes it impossible for most to house, feed, educate, and clothe their children?
The next day we met with Enrique Morones who founded a group called Border Angels. He took us to a portion of the wall that runs along miles of the US-Mexico border and spoke of the dangers faced by those who attempt to cross. He shared that approximately two people die each day in the attempt. He took us to a section of the desert that is a portion of the journey for thousands of people. We saw hundreds of footsteps in the sand. We found blankets, shoes, and bags that had been left behind, most likely when people were apprehended by the Border Patrol. We each carried two gallons of water. Enrique encouraged us to find a place that looked like a resting spot to leave the water. I knelt and prayed for the people who might find it. Depending on the route and the strength of those walking, the journey can take days. The desert was hot even on this afternoon in January. It is quite impossible to carry all the water you'd need to sustain yourself, even now in the cooler days of the year. The desert floor was full of cacti, thorn bushes and snake holes and was tricky to navigate by daylight. Imagine walking through this land as part of a days-long journey, without adequate water, with your young children, in the nighttime. No wonder then about the next place we visited.
Enrique took us to a pauper's graveyard in Holtville, CA where hundreds of people who died trying to cross the border are buried. Most are unnamed. When people are found dead, they may or may not have identification, many are never claimed by their families. These people are buried in a dusty field, under a brick that lists the grave number and row -- "Jane Doe" or "John Doe" is the only name they have. There are more than 700 graves here, the vast majority unnamed. They are sons, daughters, mothers, fathers, sisters, brothers -- children of God -- buried without even a name. We each placed a cross we had made on one of the graves. Most read "No Olvidados" -- "Not forgotten."
I think this will stay with me for a long time. I hope it does. It is one thing to read that over 10,000 people died crossing the border since 1994, the year when Operation Gatekeeper began. It is something else entirely to stand at a grave marked with a single crumbling brick and know this is someone's son or daughter. This is someone who died seeking the life into which I was born.
It is true that I cannot -- our group cannot -- Deborah's House cannot -- Border Angels cannot -- save every person left on the side of the road. We must help those we can, of course. And for the rest, perhaps the most powerful thing we can do is to remember; Remember so they are "No Olvidados" -- "Not Forgotten."
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por LeDayne McLeese Polaski
He estado luchando para encontrar una manera de escribir sobre esta experiencia; busco un hilo que conecte todo el conjunto. Tal vez "no olvidados" es ese hilo.
La noche del miércoles, Ray Schellinger (uno de los misioneros que la casa Deborah, el refugio de violencia doméstica en el que nos vamos a quedar) habló con el grupo sobre las bases teológicas de su ministerio en Tijuana. Él compartió la historia del buen samaritano. El habló de cómo el hombre que se detuvo a ayudar sintió "que sus entrañas reventaban" - la definición literal de la palabra griega se refiere a una profundidad de compasión que es dolorosa (que también se utiliza para describir la muerte de Judas.). Jesús le dice al hombre que está buscando el secreto de la vida eterna - "Ve y haz lo mismo."
Al tiempo que Ray hablaba, miré a las luces de la ciudad de Tijuana. Es encantadora por la noche, con pequeñas luces corriendo por las muchas laderas. Durante el día, es mucho más evidente que la mayor parte de los 3 millones de personas que habitan aquí viven en la pobreza. Pensé en lo que Ray estaba diciendo y luché para averiguar la respuesta fiel no a un hombre al lado del camino en Jericó, sino a millones de hombres, mujeres y niños a los que (a menudo literalmente) se les ha dejado morir. Porque ¿qué más puede ser crear deliberadamente un sistema económico que hace que sea imposible para la mayoría alojar, alimentar, educar y vestir a sus hijos?
Al día siguiente nos encontramos con Enrique Morones que fundó un grupo llamado Ángeles de la Frontera. Nos llevó a una parte del muro que se extiende a lo largo de millas de la frontera entre Estados Unidos y México, y habló de los peligros que enfrentan aquellos que intentan cruzar. Compartió que aproximadamente dos personas mueren cada día en el intento. Nos llevó a una sección del desierto que es una parte del viaje para miles de personas. Vimos cientos de pisadas en la arena. Encontramos mantas, zapatos y bolsas que se habían quedado atrás, lo más probable cuando las personas fueron detenidas por la Patrulla Fronteriza. Cada uno de nosotros llevamos dos galones el agua. Enrique nos animó a encontrar un lugar que parecía un lugar de descanso para dejar de agua. Me arrodillé y oré por las personas que la podrían encontrar. Dependiendo de la ruta y la fuerza de los pasos, el viaje puede durar días. El desierto estaba caliente, incluso en esta tarde de enero. Es absolutamente imposible llevar toda el agua que necesitas para sostenerte a ti mismo, incluso ahora, en los días más fríos del año. El suelo del desierto estaba lleno de cactus, arbustos espinosos y agujeros de serpiente y era difícil de navegar por la luz del día. Imagínese caminando por esta tierra como parte de un viaje de días de duración, sin agua, con sus niños pequeños, en la noche. No es de extrañar entonces en el próximo lugar que visitamos.
Enrique nos llevó al cementerio de pobres en Holtville, CA, donde están enterrados cientos de personas que murieron tratando de cruzar la frontera. La mayoría no tienen nombre. Cuando a las personas se les halla muertas, ellas pueden o no tener una identificación; muchas de ellas nunca son reclamadas por sus familias. Estas personas están enterradas en un campo polvoriento, bajo un ladrillo que lista el número de la tumba y de la fila - "Jane Doe" o "John Doe" es el único nombre que tienen. Hay más de 700 tumbas aquí, la gran mayoría no identificadas. Ellas y ellos son hijos, hijas, madres, padres, hermanas, hermanos - hijos e hijas de Dios - enterrados sin ni siquiera un nombre. Cada uno de nosotros colocó una cruz que habíamos hecho en una de las tumbas. La mayoría se leen "No Olvidados" - "Not forgotten.”
Creo que esto se quedará conmigo por mucho tiempo. Espero que así sea. Una cosa es leer que más de 10,000 personas murieron en el cruce de la frontera desde 1994, año en que empezó la Operación Guardián. Es algo completamente distinto situarse en una tumba marcada con un solo ladrillo que se desmorona y saber que fue hijo o hija de alguien. Se trata de alguien que murió en busca de la vida en la que nací yo.
Es cierto que no puedo - nuestro grupo no puede - Casa Deborah no puede - Ángeles de la Frontera no puede - salvar a cada persona abandonada a un lado de la carretera. Debemos ayudar a los que podemos, por supuesto. Y para el resto, quizás la cosa más poderosa que podemos hacer es recordar; recordar para que sean "No Olvidados" - "Not Forgotten.”
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